Al igual que este dios de piel azul, tú
querrías tener una flor de loto, una maza de oro, una caracola y un
sudarshaná chakrá en mano; en cambio, tienes una esponjita, la
aspiradora, la cuchara de madera para revolver el estofado y la
plancha. Tu príncipe pasa con las pantuflas puestas, pues estaban
donde siempre, y te pregunta a qué hora estará lista la cena.
Tú querrías, como el dios
hindú, habitar en el paraíso y tener cuatro manos; en cambio, habitas en una casa y, aunque no lo parezca, tienes tan solo dos extremidades.
Creo que eres muy certera,obsrvadora y de gran perspicacia.Estos hombres....conocerlos y aún asi desearlos,tenemos que estar un poco loquitas,no te parece?
ResponderEliminarA mi no me molestan tanto las preguntas, y sobretodo porque mi príncipe es el que se encarga de la cocina... lo que va a ser causal de divorcio es que se ande paseando por la casa con MIS pantuflas y MI pantalon de jogging que le queda como calzas!!! :S
ResponderEliminarJajaja, me lo estoy imaginando... ¡Qué bueno!, con el pantalón apretadito, cortándole la digestión y con los dedos afuera de las pantuflas (si son de verano) o arrastrando el talón (si están cerradas adelante).
ResponderEliminarit´s me!!! soy, soy, esa soy yo. que triste pero real. me imaginé siendo cortázar pero no me tocó, sería intelectualoide que imaginarme y verme con el olor a trapo, y todo aquello que cuando veíamos a nuestras madres mientras nos pintábamos las uñas asegurábamos no hacer y aquí nos tienen, elevando la apuesta de la locura por el desinfectante.
ResponderEliminarJajaja! Hay tanto que creíamos que no haríamos y fue que sí...
EliminarQué real y qué doloroso.
ResponderEliminarEscribes de maravilla, Eva. Unos cuantos días de baja me han tenido semidesconectado. Casi te pierdo.
ResponderEliminarEnhorabuena por esa forma tan especial de contar tus deseos.