Comenzaré este relato haciendo una aclaración para aquel querido lector que nada sepa del mundo del atletismo: en un maratón se recorre una distancia de 42 kilómetros y 195 metros, o si se lo prefiere, de 26 millas y 385 yardas. Y otra aclaración haré ya que estoy aclarando: sé que el post es largo como un maratón, mis más sentidas disculpas a mi amable lector, es que todo lo que cuento me parecía relevante. Os pido que no me insultéis por su extensión.
Llegamos con Albert al conocido parque berlinés llamado Tiergarten, un domingo de setiembre del 2011 a las 8 y poco de la mañana, con el dorsal agarrado con alfileres a la parte delantera de nuestras camisetas, el chip entrelazado en nuestros cordones y enormes bolsas sobre nuestros cuerpos debido a las bajas temperaturas (son más prácticas que un abrigo con el que luego tienes que cargar, pues ni bien entras en calor corriendo te quitas la bolsa y la tiras). Nos colocamos en el último cajón (para quien no sepa a qué se refiere el término: a los corredores se les asignan diferentes "cajones" dependiendo del tiempo que hayan hecho en un maratón anterior. Cuando no presentas tiempo, como en nuestro caso, te asignan el último cajón, lo que equivale a decir que sales desde atrás de todo). Había miles y miles de personas, yo nunca había visto tanta gente con ropa dry fit junta. A las nueve de la mañana se escuchó el pistoletazo de salida y todo atleta, o intento de atleta que allí se encontraba, empezó a gritar y a aplaudir. Mientras íbamos caminando hacia el arco hinchable a partir del cual se da por comenzada la competición, y en el que no hay que olvidarse de poner el cronómetro en funcionamiento, pusieron el tema Put your hands up in the air. No hubo un solo corredor que no levantara sus manos, y empezara a cantar y a bailar. Emoción plena, pues a los pocos metros de cruzar la largada, pasamos por la famosísima Siegessäule (Columna de la victoria). No sé cuántas veces vi la película El cielo sobre Berlín, ni cuántas el vídeo de U2 en el que Bono es un ángel sentado en el hombro de esa enorme dama dorada que habita en lo alto de la columna. Emoción plena, perdonadme la reiteración, pero la merece.
Me había apuntado al maratón de Berlín ocho meses atrás, cuando todavía no había llegado a mi vida una malditaodiosa lesión llamada tendinitis rotuliana. Dolor en la rodilla es lo que os estoy intentando decir con palabras sofisticadas, y por su causa no había podido entrenar para correr en condiciones los 42 kilómetros y 195 metros tan necesarios si lo que se desea es empezar y terminar el maratón. De hecho creo que mi octogenaria tía abuela se encontraba más en forma que yo. Ya que no lo podía correr entero, decidí disfrutar una parte del mismo, y, como no soy ninguna improvisada, planifiqué con esmero. Mi plan: acompañar a Albert los primeros 5 kilómetros y luego ir al kilómetro 38 en subte/metro para esperarlo y, en caso de encontrarme bien, correr los últimos 4 km con él (cosa que lograría por supuesto si ese día mi rodilla derecha se había levantado de buen humor).
Ese era mi plan; es bueno decirlo, pero no seguirlo...
Al llegar al km 5, como me sentía genial, me dije: «vamos mejor de lo que esperábamos, corramos un poquito más» (aquí aclararé que yo siempre me hablo en plural porque somos varias las Letzys que habitamos en un mismo cuerpo). Cuando llegué al km 7 iba como una reina (si es que eminencia tal corriera, cosa que dudo porque no me imagino a una reina toda sudada, despeinada y con el labial corrido hasta la nuca; el maratón si hay algo que no te permite justamente es calzarte los tacones y ponerte el vestido de gala para competirlo). Al pasar por el km 10 estaba más fresca que una lactuca sativa (vulgarmente conocida como lechuga), así que, otra vez, les dije a todas las Letzys que me habitan que seguiríamos un poco más. En el km 12 me di cuenta de que tenía que parar si quería continuar. Explicaré esto último pues mi intención no es crear confusiones en mi atento y simpático lector: como había ido con la idea de correr poquísimo, llevaba unos calcetines de estos que se llaman "piecitos" que son los ideales para desear que te amputen el pie a la brevedad posible si corres una distancia larga. En el km 3 empecé a sentir que la lengüeta de mi zapatilla rozaba contra mi empeine desnudo. Primero levantó un poco su piel, luego la levantó un poquito más, hasta que me dejó la zona en carne viva la muy maliciosa. Imaginaos cómo estaba en el km 12. Este es el motivo por el que decidí parar en una de las ambulancias que están al servicio del corredor para pedir una curita/tirita. Pero quien me atendió no hablaba una palabra de inglés. Yo le mostraba la lastimadura, señalaba y le repetía abriendo bien la boca «band-aid» (no es que me puse a explicarle en inglés que tenía un aumento del tono muscular en el esternocleidomastoideo). Mientras que lo único que yo quería era una simple tirita, el enfermero me ofrecía en alemán vaya a saber una qué cantidad de cosas; justo a mí que no paso de danke, guten tag, bier, kartoffel y strudel, ese es todo mi amplio vocabulario en ese idioma. Al final por gestos todos nos entendemos, pero os aseguro que costó, no me quiero imaginar si le hubiera tenido que hacer entender que estaba sufriendo un enfisema pulmonar, o una embolia cerebral... Además de haberme puesto los incómodos calcetines recientemente mencionados, como no quería pasar frío pues en mi plan inicial pensaba estar más tiempo quieta que en movimiento, llevaba unas calzas/mallas y una camiseta tan gruesas que antes de empezar la carrera ya estaba roja debido al calor como el ampelmännchen* que te indica que no cruces. Y para completar este cuadro en el que la indumentaria era la peor que podía haber elegido, no había venido a mi mente mejor idea al levantarme que la de ponerme un corpiño/sujetador que nunca había usado (sin comentarios, porque no quiero tener que decir que tantas Letzys en un mismo cuerpo para que ni una sola piense). Cientos de veces escuché a gente que corre a menudo y leí en revistas de atletismo que no hay que estrenar nada, N-A-D-A, el día de la competición (quiero pensar que se perdona el desatino de todas las Letzys que en mi interior cohabitan porque no sabían que correríamos lo que al final corrimos).
Al pasar por el km 21 Albert me echó de la carrera, así no más, con todas las letras: me dijo que ya era momento de que me fuera, que bastante lejos había llegado, que iba a agravar mi tendinitis, que estaba llevando mi cuerpo al límite, que a buen corredor pocas palabras bastan, que corredora prevenida vale por dos, que quien mal corre mal acaba y que donde no corre capitán no corre marinero. El km 21 era el último punto en el que podía salir del maratón e ir en metro hasta la meta para esperarlo (te dan un mapa con el recorrido y los puntos de transporte, así es como una planea de antemano; aunque solo planea una para perder el tiempo ya que si después una no va a hacer nada de lo planeado, me diréis vosotros para qué planeó una tanto). Entonces le dije a Albert, en mi argentino natal que él hace denodados esfuerzos por entender: «¿Sabés lo que te digo? Si querés andate vos, porque yo no me voy. Hoy es el día en el que voy a correr mi primer maratón». Luego de mis osadas palabras procedí a preguntarle al hombre con el que comparto la cama cada noche si me apoyaba en la decisión, porque si me pasaba cualquier cosa era él quien tendría que aguantar mis vituperios, irme a buscar al hospital o pagar la cremación. Albert y su gran experiencia en maratones me dijeron que a la vista estaba que había perdido la razón. Ambos consideraban que no tenía ni idea lo duros que podían ser los 21 km que todavía me quedaban por correr. «Yo no me voy», les dije a él y a su sabionda experiencia. Entonces me dijo que él me apoyaba en la decisión de continuar, con una inamovible condición: que le prometiera que le haría caso, o sea, que si él me veía muy perjudicada y me decía que me tenía que retirar que yo le asegurara que accedería a irme sin retrucarle (aquí diré que Albert conoce bastante mi carácter a estas alturas y he de confesar que soy de retruque fácil). «Hecho», le dije. Y continuamos.
Lo más maravilloso de todo, además del berlinés paisaje por supuesto, era la cantidad de gente que había alentando. Como si esto fuera poco había bandas de rock, orquestas con decenas de músicos, hombres y mujeres cantando con megáfonos, batucadas, cheerleaders, DJs, hasta había unos peruanos tocando el cicus y la quena vestidos con las plumas (os lo juro). Las calles eran una verdadera fiesta, repletas de personas aplaudiendo, banderas de todo el mundo por doquier, había taaanto para ver, además de una considerable cantidad de corredores disfrazados.
En el km 32 mis piernas me dijeron estas palabras: «hasta aquí hemos llegado Letzy». En ese momento yo todavía era dueña de una gran cantidad de energía, no estaba cansada, y tenía la mente muy positiva (lo cual corriendo te hace muchísimo), pero las piernas se me pusieron como las de Pinocho antes de ser de carne y hueso; y debo confesar que mi rodilla derecha no me decía piropos ni me recitaba poemas de amor precisamente... Luego de que mis extremidades inferiores me dijeran que podía irme a la fica del cazzo por ser tan stronza de estar sometiéndolas de ese modo (mis piernas insultan muy bien en italiano como veis) pasé los que ahora llamo «mis últimos kilómetros sintiendo el aliento de La señora Parca en mi nuca»: apenas podía correr, el dolor en las piernas era muy intenso y siempre me quedaban los que me parecían eternos kilómetros. Me sentía como en un sueño cuando una corre y corre y corre y nunca avanza, era exactamente la misma sensación. Mientras todo esto sucedía en mi cuerpito gentil, yo esbozaba mi mejor sonrisa, pues si Albert hubiera sabido cómo me sentía realmente me habría dicho que cumpliera mi promesa y me retirara de la carrera, cosa que, supongo que mi avezado lector a estas alturas ya sabrá, yo no iba a hacer.
A partir del km 10 de la competición, cada 2,5 km hay avituallamientos que son puestos en los que te dan agua o bebidas isotónicas; al ser un maratón te daban también plátano, manzana, naranja y té frío. Me detuve en cada uno de los puestos (para que no tengáis que ir a buscar la calculadora os diré que fueron catorce las veces que paré a beber). Imagino que queréis saber qué hizo mi vejiga con todo ese líquido. Os respondo que la misma hizo su trabajo como cada día, y así fue como me vi obligada a ir marcando todo Berlín como si fuera un can. Había baños químicos, pero eran imposibles, las colas de gente esperando para utilizarlos eran infinitas y desesperantes. Paré seis veces para miccionar (en parques, que conste). Y aquí viene una escena que seguramente será del agrado de mi curioso lector: luego de una de mis paradas detrás de un arbusto, cuando me estaba subiendo las mallas, vi que muy cercana a mí se encontraba la preciosa terraza de un restaurante, con sus amplias mesas vestidas con impolutos manteles blancos y, en una de ellas, diez hombres mirándome cómo me vestía. O sea, abiertamente confieso que además de correr, durante el maratón de Berlín le mostré mis partes pudendas a un número considerable de gente.
Lo más de lo más de lo más es cuando se llega al km 40. Primero porque al darse cuenta de que faltaba tan poco para alcanzar la meta mis piernas volvieron a ser de carne y hueso. Segundo porque ahí el maratón pasa por Gendarmenmarkt: la plaza más hermosa de las que vi en Berlín, un verdadero lujo para la vista. Luego la carrera sale a la avenida Unter den Linden que es en la que está la Puerta de Brandenburgo (es una avenida llena de tilos, de hecho su nombre traducido significa "bajo los tilos"). En esa parte, seguramente por ser casi el final de la competición, está lleeeeno de gente detrás de vallas y más vallas, cuando digo lleeeeno quiero decir muy muy lleeeeno. Ves que la mítica puerta está ahí no más, a un kilómetro como mucho, y justo antes de cruzarla hay más gente todavía alentando, muuuucha, pero muuuucha, como nunca había visto en una carrera. Todos te gritan (el dorsal lleva tu nombre además del número) y es tanta la adrenalina que tu cuerpo produce en ese momento que se te desborda por los poros. Cuando atraviesas la famosa puerta de piedra es una emoción tan tan tan grande, te sientes tan afortunada por poder cruzar corriendo, sin nefasto muro de por medio, del que alguna vez se llamó Berlín oriental a Berlín occidental... Luego de unos metros está el arco que dice FINISH (y aquí quiero aprovechar para decir que los 195 metros luego de haber corrido 42 kilómetros sobran por completo). Se me caían las lágrimas, luego de tantas horas mal corriendo, cruzar la meta fue muy conmovedor (menos mal que no llevaba rímel). Recuerdo el tema que pasaban en el preciso momento en el que me convertí en maratoniana: Hello Goodbye de Los Beatles. You say stop, i say go, go, go... Sentí que la cantaban para mí.
Acto seguido te dan una medalla divina y una bolsa con una manzana, un plátano, galletas, barritas de cereales y agua. Me tiré en el césped y fui la mujer más feliz del mundo y alrededores. Albert (que estaba como si se acabara de levantar, ni sudado siquiera) me trajo una cerveza enooorme, un pancho/perrito caliente tamaño XXL y una bolsita con hielo para mi rodilla. ¿Qué más podía pedir?
Consecuencias:
1- Calambres/agujetas (hasta en las pestañas).
2- Dos enormes ampollas con agua en el pie izquierdo (que mi servicial Albert vació con una aguja).
3- Sobrecarga en los tendones del tobillo. Traducción: cada vez que apoyas el pie en el suelo te recontraremilcarajeasentodo (que mi amable fisioterapeuta curó en dos sesiones de masajes y magnetoterapia).
4- Rozaduras en abundancia en cada pedacito de mi piel que en contacto con el corpiño/sujetador estuvo.
5- Sufrimiento harto considerable en la visita guiada del día siguiente.
Mis amigos (quienes o no habían corrido o lo habían hecho pero entrenados) no tuvieron mejor idea que proponer hacer una visita el día lunes llamada “Todo Berlín” (con ello os digo todo). Desde luego no me la quise perder. 7,5 km, a pie (¡qué no habría dado por un carruaje, caballo o símil!).
* Significa “hombrecillo del semáforo”. Es la silueta de un hombre con sombrero que está en muchos de los semáforos para peatones en Berlín. El ampelmännchen rojo tiene sus brazos en cruz, el verde está dando un paso indicando que está permitido cruzar.
Me parece una proeza conseguir lo que hiciste, y entiendo que te sintieras completamente feliz y orgullosa de ti misma.
ResponderEliminarEstupenda narración,con ese punto irónico que utilizas, Eva.
Ahhhhhhh una sorpresa el saber que eres marathoniana, :)
Un fuerte abrazo.
El post ha sido de mi agrado Eva.
ResponderEliminarSúperdivertido!! Me he reído mucho imaginándote entre los parques.
Yo también corro, pero por senderos en la montaña. Se nota que sabes sufrir, es lo más importante en la resistencia.
Un beso.
Si no hubiera sido por los calcetines, ¡habrías ganado, seguro! Un post muy entretenido, me ha gustado mucho. Las agujetas se quitan con ejercicio.
ResponderEliminarBesos
Muy entretenido y eso hace que parezca corto, lo que si es largo son los kilómetros, soy incapaz de correr, si tengo prisa o salgo antes de casa o cojo un taxi, así que te reconozco el merito y te mando mis respetos, yo ya sabes que solo salto y brinco, esta vez ante una jabata.
ResponderEliminarPero Eva, no sabía que corrieses!!
ResponderEliminarMadre mía! Felicidades, amiga por concluir la maratón! Jejejej tu historia me ha hecho reír y me ha gustado a partes iguales. Tengo la suerte de conocer Berlín y es una ciudad que me encanta!!
Todo mi respeto a alguien que puede correr tantos kilómetros, yo soy un pato mareado andando por lo que correr no es lo mío ( y menos en estos momentos) y lo admiro mucho. Sobre todo por la fuerza de voluntad que supone.
Me ha encantado tu historia y anda que no había gente,el vídeo me ha dejado pasmada.
Jejejeje
Un besito y ahora a descansar y que te cuiden que te lo merces por valiente!!
Terminé agtada y eso que no participé! Un ritmo ágil,dinámico y entretenido..además de tu proeza!
ResponderEliminarlas tendinitis rotulianas...dolorosísimas!
Buen relato!
Lo he leido de un tirón, para mi no es largo. Haces amena la lectura con imagenes muy frescas.
ResponderEliminarYo corro... pero nunca maratónes.
:)
Besos
jajajajajaa quiero aguaaaaaaaaaa!!!!...muy buen post gracias!!!!
ResponderEliminarEva que me pusistes a correr y a sufrir tambien, lo mejor de todo que terminastes feliz con todo y agujetas... cuerpo sano mente sana.
ResponderEliminarme encanto el relato..
besos campeona
Y yo que con el trote cochinero ya acabo hecha trizás ... me dejaste exhausta ...
ResponderEliminarEl deporte no es lo mío ...
Uf, voy a echarme un ratito ...
Besos, Eva !
Mérito tienes, ¡sí señor! Es cierto; eres una resistente. Divertidísimo, además, tu post.
ResponderEliminarUn beso.
¡No sobra ni una sola letra!
ResponderEliminarSe me ha hecho cortísimo.
Pobrecita, menos mal que todas las miserias te han sido ampliamente recompensadas por haber tenido los ovarios de haberlo terminado con ese pobre equipo que llevabas, sin contar con las necesidades de miccionar en el verde (Ya sabes que yo se mucho de eso...jajaja)
¡Te felicito de verdad!
¡Eres mi idola!
Puedes estar legítimamente orgullosa de tu hazaña.
Besos y salud
DESPUES DE UN ESFUERZO TAN GRANDE, ES TODA UNA GOZADA ACABAR,,, VERDAD???
ResponderEliminarPERO MUJER,,, LA PROXIMA VEZ PREPARATE MEJOR,,,, Y NO LLEVES NADA NUEVO Y ESCOGE BIEN LOS CALCETINES...
ENHORABUENA CAMPEONA... UN BESAZO EVA!!!
Una verdadera proeza. Correr 42,195 km, habla, no solamente de una condición física envidiable sino, más que nada, de una condición mental mucho más envidiable aún. Es un hecho relativamente reciente, con lo cual presumo que tus condiciones siguen siendo muy buenas. Supongo que habrás tardado algo más de las 2 horas 10 minutos de los nigerianos y keniatas, pero no importando el tiempo insumido, correr esa distancia marca un jalón en la vida de cualquiera.
ResponderEliminarMe gustó mucho el relato, el ritmo y los comentarios y las autocríticas de las mujeres que conviven en tu cuerpo.
Un beso grande
Eva, hija, estoy cansadísima, pero no me entiendas mal, no es de leer, al contrario, me ha encantado correr contigo, he disfrutado contigo el recorrido, he bebido contigo, he "miccionado por el camino" y me duele todo mi cuerpito.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato, eres una campeona por vivir una esperiencia así, envidio tu forma física.
Pero si algún día piensas relatar otro marathon, avisa con tiempo....tengo que entrenarme antes....uffff.
Besotes.
Infinitas gracias por hacernos disfrutar con tus letras querida amiga. Miles de besinos con inmenso cariño.
ResponderEliminarTe he acompañado en todo el recorrido y nunca hice un Maratón ni tan simpático ni tan risueño y si, es verdad que te pueden salir agujetas en las pestañas,
ResponderEliminarHa sido un placer seguirte.
Besos
42 kilómetros? Madre mia!! Que fuerte eres Eva..
ResponderEliminarHay que tener mucha resistencia para eso aunque lo escribas tomandotelo a risas..
que divertida eres!!
Un besote
Eres una máquina en todos los sentidos, Eva. El hecho de sentirte realizada por haber terminado la maratón, hace que mereciera la pena todo el sufrimiento. Ya se sabe que sin esfuerzo no viene nada.
ResponderEliminarEnhorabuena por este post.
Un abrazo, campeona.
Te admiro mujer yo a los dos pasos ya me canso, peor correr tanto. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarNo sé lo que se siente corriendo así, pero ya veo que estabas feliz.
ResponderEliminarY hacerlo en Berli, con lo precioso que es!
Un beso
Me parto contigo, Eva. Gracias.
ResponderEliminarY hay otra consecuencia, el haberlo logrado y la satisfacción de haberlo logrado, yo desde luego ni lo intento. Felicidades.
ResponderEliminarConfieso que al ver de que iba a tratar el post y lo largo que era he estado a punto de echarme para atrás, pero chica, eres tan amena explicandolo todo que lo he disfrutado (o sufrido contigo) palabra a palabra.
ResponderEliminarMe cuesta mucho entender ese afan por machacarse voluntariamente, pero sé que la rara soy yo.
Lo mejor, lo de las múltiples Letzy que habitan tu cuerpo, lo que me he reído...
Muchos besos guapa, y espero que estés ya totalmente recuperada
Pues yo alguna que otra media (Maratón) he corrido. Personalmente, más que el cansancio en sí, lo que me fastidia mucho es el aburrimiento supino, ya sabes, eso de tener que ir pensando cosas para no acabar retirándote por palazo gordo.
ResponderEliminarUn beso
Me he reído, he sufrido y me he agotado contigo y tu martatón....pero Eva cariño, me he emocionado en la meta y mis pelos se han puesto de gallina.
ResponderEliminarHoy te mereces la medalla de oro y platino a la constancia y la lucha!
Besitos campeonísima!!!
Tuviste un par de ovarios para terminar la carrera. Bravo por ti Eva. Una gran carrera. Te mereces una medalla enorme sin duda. Besos
ResponderEliminarTe he dejado una sorpresilla en mi blog!
ResponderEliminarUn besito
Para mí eso es una tarea imposible.
ResponderEliminarNadando puedo estar horas pero corriendo.... es que no me gusta.
Si hubiera tenido que elegir algún tipo de carrera hubiera elegido velocidad, 100, 200 o como mucho 400. Más de ahí no.
Me has hecho recordar mi verano en Berlín de hace dos años.
Besos.
Dicen tantas cosas. Lo que importa es lo sientas. To fui corredora. Corrí todos los días durante 14 años y ahora mi rodilla ha dicho hasta aquí hemos llegado. Me conformo con andar:-)
ResponderEliminarGracias por el recorrido. Hace nada estuve por Alemania.
Genial que lo hayas hecho. Cuando se llega a la a la meta además del subidón de adrenalina se junta a la de la autoestima. Enhorabuena.
Bss y buen finde
QUE BUENO, AMIGA, YO NO LLEGO NI A LA ESQUINA.
ResponderEliminarESO SE LLAMA ESTAR ENTRENADA, AUNQUE DESPUÉS SIENTAS SUS CONSECUENCIAS.
TIENES QUE HACER AQUELLO QUE TE DA FELICIDAD.
MUCHOS BESOS
Me encantó tu experiencia, no tanto claro por tu sufrimiento, que no fue poco, sino por la manera divertida en que la cuentas.
ResponderEliminarBesos
De tu relato he sacado varias conclusiones, entre ellas que debemos espabilar con los idiomas, que si nunca me ha gustado correr despues de leer esto, menos y tercero que tus relatos tambien son buenos para la salud porque hacen reir y entretienen y eso no hay deporte que lo supere.
ResponderEliminarBesos de gofio
Me ha encantado tu narración, me sentía en la maratón, de veras, ay, cuántos dolores después... pero sin duda te ha merecido la pena, eso sí que es superarse a sí misma, ¡enhorabuena, chica! Yo no soy capaz de correr ni un kilómetro, me caaaaaaannnsssoooooo solo de pensarlo.
ResponderEliminarUn besazo, campeona.
Imagino tu cansancio, yo sólo de pensarlo he acabado agotada.
ResponderEliminarMe encanta la aclaración : "aquí aclararé que yo siempre me hablo en plural porque somos varias las Letzys que habitamos en un mismo cuerpo" Siempre es bueno saber-lo :)
En cuanto a lo de los 195 sobrantes te doy totalmente la razón. La gente no tiene escrúpulos.
Besos
mujer, que por vida que no importa cuantas letras más añadas a tus entradas, ni que tan extensas sean, es todo un lujo leerte ya que me sacas unas carcajadas tremedas que todo el mundo se pregunta del por qué me río tanto, y es que eres una persona super genial, no sólo en como cuentas tus historias, si no en como piensas, es super interesante saber que no soy el único que le falta una tuerca, y es que todas las palabras que empleas alguna vez las he dicho yo, y me parece fascinante leerte porque me siento agusto con cada ocurrencia tuya, eres una mujer fenomenal, te lo vuelvo a repetir, eres fantástica!!!!! son tantas cosas que no sé ni por donde empezar, pero lo que más me afectó de tu entrada, es cuando te hablas a ti misma porque dentro de ti son muchas, joder, todo el mundo me dice que estoy loco porque siempre hablo de mi en plural, pero ya sé que no es locura es simplemente la manera de verse uno mismo, y ver que existe otro loco como yo pues me hace sentir que no estoy solo en el mundo, jajajajajajaja, y lo terca que eres mujer, te has ganado mis respetos, además del desnudo orinario en los parques, no me queda otra más que volverte a felicitar, es una entrada grandiosa, muy extensa pero valió la pena leerte hasta las consecuencias, mil besos para ti, te lo has ganado :)
ResponderEliminar¡Me ha encantado el relato!
ResponderEliminarAdmiro a la gente que hace cosas de ese tipo. Yo soy incapaz. Odio correr pero reconozco que la recompensa en fabulosa porque a mí me pasa nadando.
Magnífico post querida.
Besazo
Hola Eva, madre mía! cada vez que te visito quedo sin palabras,
ResponderEliminares que lo tuyo es grandioso,me has hecho recorrer el comino y hasta
los dolores tengo jajajajaa te felicito!! además esa gracia que tienes
para contar chica!
Excelente y me alegra que hagas lo que te da felicidad y lo disfrutas.
Abrazos y buen fin de semana =)
Eres mi heroína, Eva. Eso no fue un maratón fue una forma demasiado terrible de ganarse el cielo...ja,ja,ja.
ResponderEliminarEres genial, nena.
Besos.
Me da que me he cansado sólo en pensar en semejante experiencia...jaja.
ResponderEliminarTe cuento, yo, de jovencita hice sincronizada y ballet, pero correr...¡Poca cosa!
B7s
Eres increíble estar en forma, cuando nosotros tomamos las decisiones de lo queremos hacer podemos con cualquier cosa, hasta con el cansancio físico.
ResponderEliminarBesos.
Y eso que hiciste trampas, con tantas Letzys en una, ¿eh? Jajjaja... Que no, que está muy bien, una experiencia inolvidable, a pesar del sufrimiento. ¡Bravo por ti, Letzy! Yo no sé si podría correr una maratón, así que ya ves...
ResponderEliminarFelicitaciones, has llegado a la meta y nosotros a completarla lectura, que por cierto tu dices larga y yo entretenida.
ResponderEliminarDe correr paso, ahora si es maratón de Tango, bailo toda la noche :)
Abrazo.
Yo creo que tienes un mérito enorme. Así que, por eso y por lo bien que lo cuentas, eres merecedora de un trofeo.
ResponderEliminarUn besito
Correr una marathon completa es una razón para sentirse muy orgullosa. El relato muy entrenido. Enhorabuena por ambas cosas.
ResponderEliminarSolo cruzar la meta, morder esa manzana debe de saber... a "Gloria" :) Bravo, Campeona. Si en mayo corres la maratón de Madrid, me avisas ¿vale? Un beso
ResponderEliminarFelicitaciones Eva, por todo, por completar la carrera, por contarnoslo así de entretenida y por ser tan simpática.
ResponderEliminarYo corro los 50m y me da algo, bueno, mis rodillas no son ya lo que eran...y eso que todavía soy joven.
Un abrazo grande,
Eva.
Parece que te mereció la pena, pero a medida que iba leyendo recorriendo las calles en mi mente empecé a sufrir por lo que te quedaba y respiré cuando por fin!!! lo conseguiste.
ResponderEliminarFeliz domingo :)
Si dependiese sólo de mí, te daría un premio con un trofeo maravilloso.
ResponderEliminarYo soy una perezosa, me cuesta un triunfo moverme y, si te digo la verdad, cuando me decido a salir para caminar unos kilómetros, vuelvo mucho mejor, yo creo que no sólo es bueno para el cuerpo, también el espíritu viene renovado.
Te dejo mis cariños en un fuerte abrazo.
kasioles
Letzy. Genial!!! parece que he estado corriendo a tu lado todo el tiempo !!! Un beso
ResponderEliminarExcelente Eva, lo mìo sòlo es caminata y yoga jajaja, bueno algo es algo.
ResponderEliminarEn otra vida tal vez "maratonee"
Te felicito he corrido junto a vos.
Besitos.
Vaya nivel de blogera qeu tenemos corriendo en la maratón de Berlín! Está claro que ha tenido que ser superemocionante y llegar al final, tuvo que ser la releche. Te felicito por haber participado, por intentarlo y sobre todo por demotrarte a ti misma que podías hacerlo.
ResponderEliminarAhora a preparar la siguiente!
42 km !!! Ni loooocoo !!!, y mirá que yo también corro cuatro veces a la semana, pero sólo he corrido una vez una maratón de 10 km.
ResponderEliminarCaminando a Luján fuí unas cuantas veces, eso si :)
Muy entretenido tu relato Eva !!!
Besos.
leerte ha aclarado mi mente
ResponderEliminarHola Eva, buen día,
ResponderEliminareres un ejemplo a seguir, o no?
con esas consecuencias... más de uno lo está pensando.
Perdón,
ejercicio... como se escribe? =)
(caminás, te cansás, que ganás?)
Con respecto al largo del post, no creo que hayan tirado insultos al aire,
al menos yo, para evitar esto, vine en dos veces,
pero porque me interrumpieron,
cuando te das cuenta ya estás por terminarlo, bien narrado! =)
un comentario largo acorde a la entrada! =)
excelente semana
besitos
¡Excelente!
ResponderEliminarQué manera de reírme, y en muchísimos pasajes del texto.
Tus letras me llevaron a estar corriendo ahí, compartiéndolo todo. Qué bien que escribís: nos transportás donde querés.
Un gran gusto leerte, Eva.
¡Saludos!
Eva vivo alucinada contigo y con tus relatos jajajajajaja sencillo y MARAVILLOSO me encantó, como todos tus post claro....besos preciosa ^^
ResponderEliminarJajajajaja, espectacular, no paro de reírme!! Felicitaciones por la maratón, es algo que la verdad no creo poder hacer nunca...
ResponderEliminarLas consecuencias, geniales!! Jajaja!!
Un beso grande!
increíble esta crónica!! no lo puedo creer. en realidad desde que dijiste 42 km ya me pareció surrealista... es demasiado!! y lo terminaste.. sos una genia total!
ResponderEliminary si, como no podía ser de otra manera me morí de risa con lo del meo en el parque. habrás dado un gran show!
Hola Eva,buenas noches guapa! gracias por tu visita me alegró
ResponderEliminarverte,eres muy bienvenida corazón!
Paso algo de apuro a decir que tienes un regalito en mi blog.
cuando puedas te pasas y lo llevas!
Besitos de luz,paz y amor
Eva...estoy agotada de correr esa maratón,ja,ja,ja eres genial narrando historias.
ResponderEliminarTe felcito por completar esa maratón (que ya es un triunfo)pero otra vez no te pongas el corpiño sexy ni los calcetines inadecuados,ja,ja,ja
Abrazos.
No estuve pero me acuerdo...jeje uff que paliza te metiste, me quito el sombrero porque yo ni en sueños hago esas cosas !Felicidades¡ =D
ResponderEliminarUn besote
Killa yo he quedado muerta y no he corrido así que no quiero imaginármelo...
ResponderEliminarUn besote
Apasionante relato,me duele la tripa de tanto reirme,genia total,no sólo que salieron campeonas vos y tus "acólitasiamesas",sino que no mostrás ni un pelín de cansancio.Claro,habría que preguntarle al Albert que te hizo el aguante,cómo quedó.
ResponderEliminarPor lo que relatás ,hecho unas pascuas.
Una reverencia de admiración,qué vida tan agitada tenés!!
Amapola