El ArraigadoPríncipe

Rasgo principal: ha echado raíces, y no en la tierra como te gustaría.

Es aquel que tiene entre treinta y cuarenta años y sigue plantado en la casa de su madre, y lo que es peor, no ves en él ninguna intención de transplantarse. Tú le dices: «Cariño, ¿no te parece que ya es hora de que vivamos juntos?, no sé si recuerdas que hace nueve años que estamos de novios». A lo que él, luego de un sonoro jajaja, te responde: «¿Me estás pidiendo que abandone a mamá? Si quieres que vivamos juntos tendremos que vivir los tres».

Es aquel que vive enredado en el sofá, tanto que no puede salir de su interior y se ve obligado a mirar fútbol durante horas, y más horas, y unas horas más. Tú intentas estimularlo mostrándole fotos de bicicletas, de verdes prados y de zapatillas con cámaras de aire pues temes que termine en SAA (Sofá Adictos Anónimos). Durante la decimonovena repetición del mismo gol tú le propones: «¿Qué te parece si sacas a pasear a tus músculos antes de que se te atrofien?». A lo que él, siempre pensando en tu bienestar, te contesta: «Pasea los tuyos hasta la cocina, y tráeme una cerveza».

Es aquel que ha fundido sus rizomas con los del inodoro/váter. Tú le suplicas cada mañana que abandone ese agujero del demonio pues vas a llegar tarde al trabajo, y le dices que o toma conciencia de que ese sitio no es una biblioteca o le pones una demanda judicial por usurpación reiterada de un bien común. Él, con un derroche de energía inusual a esas horas de la mañana, te grita: «¡Tendrás que instalar una letrina para sacarme de aquí!».